Una nueva especie de jueces se cierne sobre nosotros: oscuros magistrados que, a la vez de juzgarte, te acusan sin posibilidad de defensa alguna. Sus decisiones son inapelables.
No sabes quiénes son, cuáles son sus nombres reales, en qué país viven... Pero están ahí, para fiscalizar todas y cada una de las acciones que cometas, observándote, silenciosos, como un acechante Gran Hermano, dispuesto a saltar sobre ti si hay algo que no les agrada.
Sus decisiones son inapelables y tu condena, el exilio definitivo.
Me refiero, por supuesto, a los nuevos medios de comunicación digital representados por las redes sociales y esa enciclopedia del adoctrinamiento en el Nuevo Orden Mundial llamada Wikipedia.
Tanto los administradores de Facebook ("El Equipo de Facebook") como los bibliotecarios de la Wikipedia se han convertido en temibles jueces anónimos que te dicen si debes estar ahí o no, si puedes expresarte o no, si puedes transmitir información o no en las que se han constituido en las mayores fuentes de comunicación e información del planeta.
Si no les gusta lo que dices, lo que opinas, la expulsión será completa e inapelable.
No sabes quiénes son. Pero ellos sí te conocen a ti:
Les dejas datos: tu fecha de nacimiento, colegios y universidades donde estudiaste, ciudad de residencia, direcciones de correo, fotos personales... y hasta tu nombre real.
Pero tú no sabes nada de ellos.
No sabes quiénes son, donde viven; si actúan como equipo o al capricho individual.
No sabes si trabajan bajo obscuras directrices y qué pretenden.
No sabes qué harán con los datos que, tímidamente y en un constante goteo, has ido aportando poco a poco.
Y un día te encuentras con que tu cuenta de Facebook o de la Wikipedia ha sido deshabilitada.
No caben protestas, ruegos ni humillaciones. No sabes qué harán con los datos y fotos que has ido dejando. No cabe nada. La decisión es inapelable.
Una nueva justicia se cierne sobre nosotros. Una justicia en la que tú sólo puedes jugar el papel de acusado y reo.
Una justicia en la que el principio de inocencia es sólo un tenue espejismo de un antiguo mundo que, poco a poco, va muriendo con nuestro consentimiento.
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