Eso es lo que uno puede pensar cuando comparamos, por ejemplo, la sociedad francesa con la española.
En Francia, el Gobierno ha proyectado elevar la edad de jubilación ¡de los 60 a los 62 años! Ante tamaño "despropósito", la sociedad gala se ha echado a la calle y, en un remedo de nueva Revolución Francesa, la ha emprendico a palos contra ese Gobierno, aparentemente democrático -y completamente dictarorial- que, en una decisión de tal trascendencia, ha decidido ejecutar dicha acción sin consultar democráticamente al pueblo en un referéndum y sin ni siquiera haber llevado dicha idea explícitamente expresada en su programa electroral.
No esperes que haga lo que prometo, sino que realice lo que no digo.
Una maniobra más de engaño al pueblo, como las que nos tiene acostumbrados en España también nuestro actual Gobierno social-fascista.
Sin embargo, en Francia, la sociedad no está dispuesta a consentir tal medida y ha emprendido una huelga y lucha, que ya se prolonga por varios días.
En España, ¿qué pasa, sin embargo?
Aquí, este Gobierno esclavista y malversador de fondos públicos, ha decidido elevar la edad de jubilación a 67 años o más... y todos los españoles, calladitos como putas (con perdón para las respetables meretrices...).
¿Qué sociedad es ésta que consiente continuamente que los gobernantes hagan lo que les dé la gana? ¿Que, a cambio de un papelito en una urna, consiente cuatro periódicos años de dictadura?
¿Que consiente que se despilfarre el dinero público, que tanto nos ha costado ganar, en mapas de clítoris, subvenciones a las lesbianas africanas, talleres de masturbación para jóvenes en Extremadura y en una Monarquía de adorno, insaciable e inoperante?
¿Que consiente que se prohíba educar a nuestros hijos en español en Cataluña y que, en la misma racista tierra española, se multe por rotular los establecimientos en español?
¿Que consiente que en muchas mezquitas se hable de la reconquista de España y en la vuelta de un nuevo Al Andalus; que se planifiquen nuevos atentados y no haga nada?
¿Que consiente que, cada día, se expanda más una ingente masa de parados, que no importan nada, mientras a ellos no les toque?
Si hay una cosa de la que tengo auténtica vergüenza es de haber nacido en esta sociedad española de cobardes y apazguatados, de pelotas y consentidores, de timoratas viejas con escapes de orina que no se atreven a rechistar, de lacayos de monarquías de adorno, de indignos representantes de lo que fue un antiguo imperio.
Algunos, al menos, protestamos; intentamos hacer oír nuestra voz. Otros, sin embargo, calláis.
Si pudiera, no me importaría escupiros en la boca a todos y cada uno de vosotros, cobardes españoles.
¿Es el fin de Estados Unidos? La decadencia de un imperio
-
Existió una profetisa búlgara, Baba Vanga, famosa por el acierto de sus
predicciones. A ella iban a consultar altas personalidades, e incluso
militares, ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario