Paquito sacando lustre a la mano de Adolfito. |
Uno de los misterios históricos más curiosos es cómo esta nación de arrastrados logró conquistar todo un continente y ser la primera potencia mundial durante siglo y medio...
Quizás, porque, en esa época, los españoles, en lugar de hacer la pelota a otros hombres u otras naciones, "le hacían la pelota a Dios"... Perdonad por el ex abrupto, pero, con ello, quería decir que, en aquellos tiempos, al menos, adoraban a Dios...
Pero, desde hace siglos, prefieren adorar a otras entidades más materiales y más fácilmente accesibles a las caricias de sus lenguas...
Veamos los más claros ejemplos del arrastrado lameculismo español en los últimos tiempos:
El conocido dictador Francisco Franco, epítome para muchos del macho ibérico, es decir, "chiquito pero matón", no dudó, al principio, en pelotear a diestro y siniestro al acomplejado charlotín ario llamado Adolfo Hitler. Si no, véase la conocida entrevista de Hendaya entre ambos perdonavidas...
Cuando las cosas se pusieron feas y el "Caudillo" vio que no se podía vivir alejado de la gran potencia mundial estadounidense, no dudó en invitar a España a Ike Eisenhower y, a cambio de una surtida partida de cereales americanos que paliasen la hambruna a la que nos había conducido su nefasta gestión económica, no puso ningún obstáculo en ceder, hasta extremos ignominiosos, la soberanía española a cambio de que los estadounidenses hollasen nuestro suelo con un conjunto de bases militares. Y así hasta nuestros días...
Allá quedó olvidada la tremenda humillación universal que los Estados Unidos infligieron a España, no hacía tantos años, robándonos Cuba, Filipinas y Puerto Rico...
El "patriota" autárquico, a los pies del mayor humillador de España de la Historia...
Pero ahí no acabó la cosa...
Llegó este amago de democracia que padecemos y nos encontramos con ese "inmáculo" prócer hispánico llamado Felipe González ratificando la permanencia de dichas bases estadounidenses en España, mediante un nuevo tratado... Sí, sí, ese mismo Felipe González de los grititos de "OTAN no, bases fuera"...
Por supuesto, al "sociolisto" de González no le faltó tiempo tampoco para ratificar el Tratado de No Proliferación Nuclear y conseguir, así, que España nunca pudiera tener la bomba atómica y se viese, por siempre, arrodillada ante las potencias que "sí" la podían tener: los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China...
Le sucedió Aznarín, al que, de tan gran reverencia que hizo al Imperio, se le rajaron los pantalones y, a través del roto, pudo observarse ese obscuro asunto del envío de nuestras tropas a una guerra que nos iba ni nos venía: la de Irak...
El bombazo que nos pegó la "tolerante" religión fue el rédito que obtuvimos del vergonzante entreguismo aznárico...
Y ahora vemos repetirse de nuevo la situación: con un ridículo Zapatero, primero, buscando ávido una miradita o un leve estrechamiento de manos con Bush y, ahora, un tenue guiño de Obama, ambos compis del Nuevo [des]Orden Mundial...
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