Una ola de "laicismo", esta vez antiislámico, se ha extendido por toda España, especialmente -como era natural- por la acomplejadamente racista Cataluña.
Es cierto que cualquier tipo de velo facial (que no vello, jeje) debiera ser prohibido en los edificios públicos en aras de la seguridad colectiva, pues, tras el mismo, bien pudieran ocultarse algún cabreado etarra o barboso islamista deseosos de repoblar los cielos y los infiernos del más allá.
Pero lo que no tienen en cuenta la mayoría de estos nuevos cruzados de la Derecha española -tan envalentonados frente a sencillas mujeres creyentes y tan acobardados frente al exterminio del idioma español en Cataluña- es que, tras cada velo, hay un ser humano.
Detrás de cada velo, detrás cada niqab, bajo cada burka existe una mujer.
Una mujer a la que, desde niña, la mostraron como pecado el enseñar su rostro a los hombres (cuando, en realidad, el verdadero pecado es el rostro que lucen la mayoría de los hombres).
Una mujer a la que ni el marido, ni el hermano, ni el padre consentirían que desvelen sus facciones a los demás.
Y una mujer, ahora, que no sólo se sentirá presionada por su conciencia religiosa y por su familia, sino que se verá perseguida por las nuevas leyes de un país en demolición que la tachan de apestada, de peligro potencial para su seguridad...
Las mujeres musulmanas no son más que las nuevas mártires de nuestra época, una época en la que un Estado opresor pretende sustituir a una religión opresora.
Vive y deja vivir.
Vive y deja creer.
"Quien oculta su rostro, oculta su alma".
Todas las frases del Filóloco juntitas, pero no revueltas, en: Frases lapidarias del Filóloco
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