Este país no tiene remedio: no contentos con "adorar" a una persona por el mero hecho de ser Jefe de Estado (es decir, un empleado de los españoles al que pagamos con nuestros impuestos), grabándolo en moneditas para que no se nos olvide nuestra sumisión, ahora el servilismo congénito español, ese lacayismo fuente de todos nuestros males nos impulsa a idolatrar la imagen de su heredero -que no sabemos realmente si llegará algún día a "regir" nuestros destinos, pues los ánimos están cada vez más encrespados ante una Monarquía de adorno que absorbe como una insaciable esponja cada año 1.500 millones de pesetas (9 millones de euros).
Ante una cada vez más insultante pobreza que se extiende por España como una vergonzosa mancha de aceite, continuamos haciendo el aspaventoso paripé de adorar a unos señores que no tienen más mérito en la vida que el de haber nacido. Nada más.
Ese lacayismo felpúdico de la mayoría de vosotros, españoles, os terminará conduciendo, poco a poco, sin que os deis cuenta, al basurero del olvido histórico donde permanecen acurrucados los callados sumisos.
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