Hace años, cuando era un niño, en unos tiempos en que el General Francisco Franco aún vivía y en los que ETA llevaba ya varios años sembrando las semillas del terror y regando nuestra tranquilidad con sangre, me llamó la atención un comentario que, repetidas veces, escuché a varias personas acerca del origen de la organización asesina:
"Esto lo ha creado el propio Franco, para inventarse un enemigo ficticio al que echarle la culpa de todos los males del régimen...".
La verdad es que tal afirmación no dejó de sorprenderme, pero, ciertamente, se la oí a un nutrido número de personas que, por lo bajini, se atrevían a criticar al régimen dictatorial.
Poco tiempo después de aquello, el Almirante Carrero Blanco moría a manos del mencionado grupo de vascos asesinos tras un atentado que cambió para siempre el destino de España:
Carrero Blanco era el Presidente del Gobierno que Franco había nombrado para sustituirle en buena parte de sus funciones ejecutivas y todo el mundo esperaba que, tras la muerte del Caudillo, siguiese al mando del Gobierno, aunque la simbólica Jefatura del Estado ya hubiese pasado a manos del Rey. Se esperaba, por tanto, una reedición del reinado de Alfonso XIII con un dictador (en aquellos tiempos, Miguel Primo de Rivera) poniendo orden en todo.
Una de las muchas incógnitas de aquella muerte fueron precisamente las palabras pronunciadas por Franco en relación a la misma: "No hay mal que por bien no venga". ¿Qué quería decir el General? ¿Que, en el fondo, estaba de acuerdo con las consecuencias que iba a traer tan trágico suceso...?
La muerte de Carrero cercenó por completo esa posible línea temporal y el actual monarca quedó con las manos libres para dirigir el rumbo de España hacia otros objetivos.
La muerte de Carrero fue, por tanto, una condición indispensable para que la actual Constitución viera la luz. Pero no sólo ella misma, sino también su contenido estuvo condicionado por las acciones de ETA: en un país en el que el separatismo terrorista era el pan nuestro de cada día, se optó por tender una generosa mano hacia los independentistas, ofreciéndoles el terrón de azúcar autonómico.
Si no hubiera habido terrorismo vasco, esta Constitución jamás hubiera existido y la que rigiese en su lugar, nunca habría consentido el autonomismo disgregador.
La Historia de España, por tanto, estuvo condicionada totalmente por la acción del terrorismo.
Años después, una nueva acción asesina, una masacre sin parangón, volvería a cambiar el rumbo de nuestra Patria hacia un destino difícilmente previsible y nada halagüeño: la horrible matanza de los trenes de Atocha -esta vez "oficialmente" producto del terrorismo musulmán- propició que el partido destinado a gobernar fuera humillado ante las urnas y, en su lugar, amaneciera un futuro socialista, anticristiano, demoledor del orden moral hasta el momento establecido, ruinoso para España e hipotecador de su futuro.
...De nuevo el terrorismo cambiando irreparablemente el destino de nuestra nación.
Fuera de nuestras fronteras, tras el atentado de las Torres Gemelas, el terrorismo también había cambiado nuestro planeta para siempre y convirtió a Estados Unidos en un país abiertamente enemigo del mundo musulmán y en una potencia claramente invasora. Y también la transformó en una nación que dejó de respetar abiertamente los derechos humanos tras la vergonzosa apertura de la prisión de Guantánamo, convertida en un auténtico zoológico humano...
...El terrorismo, ahora, cambiando, sin posibilidad de retorno, el destino del mundo...
Y tras esto...
¿Alguno pondrá en duda que la Conspiración del Terrorismo no es real?
¿Alguno pondrá en duda que no existe un nexo de unión en todo el terrorismo mundial?
¿Alguno pondrá en duda que todos y cada uno de los actos de las, aparentemente inconexas, organizaciones terroristas del planeta no están destinados a socavar el orden moral de los países que lo padecen y a cambiar radicalmente su destino histórico?
¿Alguno?
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