Frecuentemente se nos presenta a la sociedad británica como el epítome de la tolerancia, como un melting pot de diversas culturas, razas, religiones que, salvo los extremismos de algunos islamistas en estos últimos y atribulados tiempos, transpira un ambiente de educada y civilizada convivencia entre la mayoría de sus ciudadanos.
Pero Gran Bretaña no es en absoluto ese mundo idílico de tolerancia...
Os voy a aportar un dato que muchos de vosotros, quizás, no conozcáis:
La ley británica prohíbe taxativamente que el Primer Ministro pueda ser católico...
¿Sorprendidos...? Los que no lo supierais ya, seguramente sí.
Efectivamente, queridos amigos: en la civilizada y flemática hasta el esputo sociedad británica hay una vergonzosa discriminación hacia una religión concreta. Ésa fue una de las razones por las que el ex primer ministro Tony Blair se convirtió al catolicismo una vez concluyó su mandato. Antes no hubiera podido o, de lo contrario, hubiera tenido que presentar la dimisión en ese momento.
Por otra parte, política y religión se confunden en dicha sociedad y, como sí sabéis la mayoría de vosotros, el monarca británico es, a la vez, el jefe de la Iglesia de Inglaterra (vamos, como si en España nuestro Rey fuera, a la vez, nuestro Papa).
¿Qué podría esperarse de una sociedad que expandió el esclavismo por todo el mundo (junto con Holanda), para luego atribuir falsamente la intolerancia a España, mediante el infundio de la Leyenda Negra?
Y luego vendrán los "liberales" de nuestro país, peloteando sumisamente a Gran Bretaña como ejemplo de libertad y faro de democracia para todo el orbe...
No hay comentarios:
Publicar un comentario