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martes, 21 de septiembre de 2010
El acomplejamiento lingüístico
Contemplo con curiosidad cómo el idioma español ha cumplido en los países hispanoamericanos lo que podríamos llamar un curioso y progresivo "proceso de acomplejamiento".
Con acomplejamiento me refiero al hecho de considerar tabú muchas expresiones y de empobrecer la rica sinonimia en otras.
Por ejemplo: En la mayoría de los países hispanoamericanos no se puede usar el corrientísimo verbo "coger", porque lo han convertido en sinónimo de "fornicar". En su lugar, debido a dicho acomplejamiento autoimpuesto, adoptan -según el país- otras formas tales como "asir", "tomar", "atrapar" o "agarrar". Incluso esta última expresión no se puede decir tampoco es algunas de estas naciones, porque también es sinónimo de lo mismo.
Me acuerdo de que, cuando hace años trabajé en una editorial española cuya mayor parte de las ventas se realizaban en Hispanoamérica, debíamos corregir cualquier aparición de la dichosa palabra "coger", para que nuestros amigos sudamericanos no se llevaran las manos a la cabeza como histéricas cursis abochornadas por un exabrupto.
Era muy difícil sustituir dicho verbo por otro, como "asir" o "atrapar", sin que resultara raro al lector español, al que también iba dirigida dicha edición ("tomar" tampoco servía pues lo han transformado en "beber" en muchos de estos países).
En fin, que el empleo del verbo "coger" me producía una desazón de la que aún no me he recuperado y, muchas veces, cuando lo voy a pronunciar, me paro brevemente como si fuera a lanzar un deleznable improperio contra mi contertulio.
En fin, el nadar en aguas del acomplejamiento ajeno acaba ahogándote a ti mismo...
Tampoco puede decirse en esas tierras "concha" ni "bollo", porque, dependiendo del país, ambos términos se refieren al sexo de la mujer.
Es decir, en la mayoría de estos países han ido convirtiendo una serie de palabras vulgares en auténticos vulgarismos... Uno a veces no sabe cómo hablar allí sin meter la pata y sin que te vean como a un tonto, sin que esos hablantes comprendan que la estupidez que ven en ti no es sino un espejo que refleja su estulticia.
En cuanto al empobrecimiento de la sinonimia al que me referí al principio, les dejo aquí algunos ejemplos:
En Hispanoamérica no se dice nunca "allí", sino "allá". En España podemos decir "allí" y "alla". Tampoco dicen "aquí", sino "acá". En España podemos usar ambos términos.
Nunca oirás decir a un hispanoamericano "bonito", sino "lindo". En España decimos tanto "lindo" como "bonito".
En fin, que no me vengan con la típica frase del arquetípico pelota español que siempre anda diciendo que "en Hispanomérica la riqueza lingüística es superior a la española"... porque no, pues esa afirmación es más falsa que un Judas de cartón.
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