Los nuevos fascistas, en defensa de sus derechos y en contra de los ajenos. |
Normalmente los auténticos fascistas se molestan mucho cuando se utiliza este término como sinónimo de 'intolerante' o 'totalitario' y se aplica a otros credos políticos.
El fascismo es una ideología que, en nuestros tiempos, aparte de haber quedado relegada a una miríada de pequeños grupos divididos, precisamente, por la Masonería a la que ellos creen combatir, se ha metamorfoseado en los partidos nacionalistas, vascos y catalanes, que presuponen una superioridad racial (bajo el disfraz de cultural) de esas dos histéricas regiones españolas que tanto han emponzoñado la pacífica convivencia de nuestro país.
A mí, sin embargo, no me importa emplear el vocablo como sinónimo del totalitarismo y la intolerancia, máxime cuando el Diccionario de la Real Academia ya ha admitido este significado en su tercera acepción. Claro... que la Real Academia actual, totalmente sumisa a los dictados del Nuevo Orden Mundial, incorporó dicho significado pensando en que pudiera ser aplicado también, no sólo a la ultraderecha española, sino a la derecha tipo PP y similares...
Pero los fascistas actuales, en el mencionado sentido laxo del término, no son ni esa derecha ni esa ultraderecha citadas.
Los fascistas de nuestros tiempos son todos aquellos que conforman esa izquierda intolerante y cerrada, ceñuda y encizañada, revanchista ante sus pasados fracasos y envidiosa de los éxitos ajenos.
Es este fascismo encarnado en los sindicatos que, hoy, día de huelga general, impiden ir a trabajar a quien lo desee; que bloquean por la fuerza las grandes arterias urbanas -como la Gran Vía de Madrid- o que apedrean las cocheras de autobuses de la capital.
Es el mismo fascismo de los Castro, de los Chávez, de esos grandes ladrones asentados en el poder, hábiles conductores de las informes masas de deformes mentes que constituyen el núcleo de votantes de la izquierda universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario