Estos días, en todos los medios de comunicación, se repite una y otra vez la noticia de que una mujer va a ser ajusticiada por adulterio en Irán. Acusan a la susodicha de mujer de haber mantenido relaciones sexuales con el asesino de su marido cuando este último aún estaba vivo.
Lo que no recalcan tanto dichos medios -y sólo dicen de pasada- es que, en los últimos años, en la antigua Persia, han sido condenados a muerte por adulterio una mujer y cuatro hombres.
¿Es que acaso no hubieran merecido esos pobres hombres un revuelo similar ante tamaña injusticia y salvajismo?
¿Es que aquí -en este hipócrita Occidente- sólo nos tiramos de los pelos cuando se comete una injusticia contra una mujer y miramos hacia otro lado cuando la misma se abalanza sobre los hombres?
En este Occidente afeminado -que no feminista-, compuesto básicamente por mujeres y mujerucas (entiéndase por "mujerucas" todos aquellos "hombres" heterosexuales que están dispuestos a pelotear al sexo fuerte, para ver si, así, pueden jalarse alguna rosca...), todo lo que ocurra a las mujeres es destacable, mientras que cualquier cosa que acontezca a los hombres es completamente despreciable...
Si un hombre mata a una mujer, una cohorte de medios de comunicación difundirán, prestos, la tragedia, mientras que, si es la mujer la que pone punto y final a la vida del marido, pasarán de puntillas por la noticia y siempre dejarán un resquemor de "qué mala vida le debía de estar dando él".
No podrá acusarse en este caso de machista a la sociedad iraní, pues, en los últimos tiempos, ha empleado un 400% más la animalesca pena por adulterio sobre el hombre que sobre la mujer.
Quitaos las caretas, mujeres y mujerucos, y sed justos, sed ecuánimes con todos.
No hagáis que vuestro acomplejamiento ensucie el equilibrio de la justicia...
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