Hace unos meses, algunos economistas propusieron como posible solución a la crisis financiera griega que este país pusiera a la venta algunas de sus múltiples islas.
La propuesta no pasó del mero cachondeo, pero la idea no iba demasiado desencaminada para paliar, en parte, la enorme debacle económica helena.
Tenemos ejemplos a lo largo de la historia de ventas de territorios de unos Estados a otros, como, por ejemplo, hicieron los rusos vendiendo Alaska y Napoleón Bonaparte vendiendo la Luisiana a los Estados Unidos.
La venta de estas dos díscolas regiones -que, por otra parte, llevan años tocándonos los cataplines a los demás diciendo que "no son españolas"- podría restañar la enorme hemorragia financiera a que nos ha conducido el inútil de La Moncloa, por lo que tanto la deuda acumulada en lo que quedaría de España como la parte proporcional de la misma en estas regiones desaparecería o incluso -seguro- se convertía en un saludable superávit.
Así todos contentos: sin deuda y sin tener que oír una y otra vez a los histéricos norteños que "no son españoles" y que "son diferentes".
Por otra parte... ¿no incorporó Maragall hace tiempo Cataluña a la "Francofonía", como si el catalán fuera un simple dialecto del francés...?
...Pues ya está: la solución ahí: intentemos vender estas dos regiones a Francia, que estarán encantadas, así, de dejar de ser por fin españolas, acción que, por otra parte, bruñirá el sempiterno orgullo de La Grandeur francesa.
Existe también la opción de intentar vender Cataluña a Marruecos, ya que esa región ha sido tan proclive a aceptar inmigrantes magrebíes que no sabían español (perdón, perdón: "castellano", no me vayan a crucificar...) y a rechazar a muchos hispanoamericanos que suponían una auténtica invasión lingüística de su preciosa y selecta tierra.
Vamos, no lo piensen más: España en venta y así nos irá mucho mejor a todos.
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