Sí señores: la Derecha siempre la caga al final.
Remontémonos a los últimos años del anterior dictador, Francisco Franco.
En los estertores de su régimen decidió restaurar la Monarquía nombrando como sucesor a un Borbón.
La dinastía borbónica, históricamente ha sido la más dañina posible para España. Nada que ver con los Trastámara, sobre cuyas esforzadas espaldas se reconstruiría una nación que, posteriormente, gestaría un imperio. Ni con los Austrias, que llevaron a lo más alto dicho imperio, aunque la decadencia ya empezase a asomar con sus últimos retoños.
Pero la decadencia, la auténtica decadencia sobrevino de la mano de la dinastía borbónica: con Felipe V perdimos todas las posesiones europeas. Con Carlos IV y su hijo Fernando VII asistimos a un ridículo tirapelos entre los dos que condujo a una humillante invasión francesa. Con el susodicho Fernando VII empezó la desmembración de las tierras americanas.
Posteriormente, su hija, la ligera de cascos de Isabel II, nos trajo como regalo varias guerras civiles (las guerras carlistas) y culminó con un sonoro puntapié que le dieron a la señora y a toda la gafada familia (gafada para España).
Pero los Borbones volvieron y volvieron (como el turrón El Almendro por Navidad) y, así, hasta hoy.
Al caudillito no se le ocurrió otra cosa que traernos otra vez a esta dinastía -claro que, comparándola con la horripilante II República que la sustituyó, se comprende en algunos aspectos su acción.
Pero, una vez asentada de nuevo la dichosa dinastía, ésta se protegió con la peor Constitución que haya tenido nunca España: una Constitución que, a cambio del simple cebo de un voto cada cuatro años, ha convertido a nuestra nación en una confederación de diecisiete tribus mal avenidas, de viejas cascarrabias envidiosas que se miran unas a otras exigiendo lo que la vecina tiene, y más, en un sinfín de peticiones e inconmensurable derroche. Es decir, en la auténtica Casa de Tócamerroque.
Franco la cagó.
Y bien cagada.
Y su acción la venimos pagando hasta ahora.
Demos un saltito en el tiempo y lleguemos a los últimos días de la segunda legislatura de Aznar:
Vemos a un Aznar ensoberbecido, que disfruta haciendo de camarero de Bush, de mayordomo y de limpiabotas del mismo.
Nos mete en una guerra que ni nos va ni nos viene.
Atentado. Muerte.
Mentiras.
Ridículo.
La cagada de Aznar se complementa también con su sucesión:
El "tapado" no será ni Rodrigo Rato ni Jaime Mayor Oreja, personajes con los que otro gallo nos hubiera cantado en las últimas elecciones.
No.
El "tapadiño" es Rajoy, experto en perder elección tras elección sin ser relevado de su cargo.
Y así hasta hoy.
Y así nos va.
La Derecha es experta en sus deposiciones finales y bien podríamos cambiar en su honor la letra de aquel famoso pasodoble:
"La derecha
cuando caga
es que caga
de verdad".
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