En mi pueblo adoptivo, Robledo de Chavela, cuando alguien hacía una tontería, se le solía espetar "Te pareces a Jacobo que, cuanto más alto, más bobo".
Era este tal Jacobo un lugareño efectivamente alto, con cara sonso y parlamento a juego. No es que fuera minusválido mental ni nada similar, pero, desde luego, era corto de entendederas -al estilo de nuestro presidente Zapatero-. La única diferencia con este último consistía en que se le suponía de derechas, por lo que tan sumamente tonto no sería.
Por ahí anda Jacobo aún, en el mismo pueblo, hoy padre de familia y con menos pinta tontuna que antes.
Viene esto a cuento porque me he percatado de que es muy frecuente que la inteligencia sea inversamente proporcional a la altura de una persona. Es decir: la altura intelectiva es inversamente proporcional a la altura física.
No es que yo sea un enano resentido que la tiene tomada con los espigados, no: mido 1,75 y, para mi edad, tengo una estatura media.
Pero cuando uno echa la vista hacia los gobernantes, empieza a darse cuenta de que, en este país, los dirigentes tienden a tener una altura superior a la media.
Empecemos por Felipe González: este señor, que ya realizó el primer intento de destruir España con la subida sin fin del paro (llegó al 24,5% durante su gobierno), el desmantelamiento del sector industrial con la hipócritamente llamada "reconversión", el idéntico desmantelamiento de la agricultura y pesca con su genuflexa postura para entrar en la CEE, las tres devaluaciones de la peseta en un solo año y la barra libre de corrupción, este señor -decíamos-, tenía (y tiene) una estatura superior a la media española.
También el atrasado de su émulo Zapatero es más alto de lo habitual.
Y también es alto ese líder de la oposición, con cara de espanto, llamado Rajoy, tan inutiliño él y que nos promete una sucesión en la inoperancia perfecta respecto al actual Gobierno.
Recordemos, por el contrario, a ese político chiquitillo y con cara de mala leche llamado Pujol, al que nadie podrá negar que no fuera listo... (aunque algo dañino para España...).
Tampoco José María Aznar es alto (aunque es menos bajo de lo que la gente se imagina) y, sin embargo, ha sido el presidente que mejor ha llevado las riendas de la economía y del prestigio internacional de este país.
No nombraré a más personalidades altas que tienen poca apariencia de inteligencia, porque me lo impide la Ley en este país que pretende dar "lecciones de libertad" a otros; pero muchos ya saben a quiénes me refiero...
Escuché una vez la teoría de que las personas excesivamente altas, o que tenían una desproporcionada masa muscular (los suarzenaguers estos de gimnasio y depilación a lo Maripili), no eran demasiado inteligentes, porque la sangre no les regaba lo suficiente el cerebro... El recorrido que ésta realizaba a través del cuerpo era demasiado largo y el vital líquido no llegaba a la nuez pensante al ritmo que debiera.
...Pues ahí queda esa teoría... Y yo creo, sin apenas duda, que es cierta.
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