Por otra parte, dicho encuentro deportivo, que debiera haber sido suspendido ante la magnitud de la tragedia, se celebró, sencillamente porque la Federación Danesa de Fútbol se opuso. La Federación Española, sumisa y genuflexa ante esa gran potencia internacional, de inconmensurable poder, que es Dinamarca, agachó la cabeza, se metió el rabo (por cierto, que no tienen) entre las piernas y, acomplejadamente, procedió a celebrar el partido como si nada hubiese ocurrido.
Un país con esa televisión pública
con esa Federación de Fútbol,
con esa selección española
... es un país indigno...
... o digno de toda lástima.
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