La típica marimacho.
La marimacho española.
Esta mañana encaminé, raudo, mis pasos hacia una esplendente delegación de Hacienda, tejida a costa de la sangre, sudor y lágrimas de todos los españoles, para resolver uno de esos problemillas con los que el señor Zapatero tanto gusta de sorprendernos a todos, como el duendecillo traviesillo y simpático que es.
Desde hacía un rato, guardaba yo larga cola (que no se me espanten las señoras) para pedir número y así poder acceder a mi turno a una segunda ventanilla. Por fin, llegué a la tierra prometida del mostrador y allí me recibió...
La marimacho.
La típica marimacho.
La típica marimacho española.
La típica marimacho española ¡y funcionaria!
Para qué decir más.
Ya venía yo advertido tras el maltrato que había propinado a todos los incautos contribuyentes que me habían precedido: a todos ellos les había echado la misma bronca -que si tenían que haber hecho esto antes, que no era su problema, que trajera por vigésimo octava vez el impreso cuadragésimo noveno elevado al cubo... y otras delicias similares.
A mí me tocó la misma bronca que a los demás (no se vayan a creer, España es un Estado socialista: hay total "igualdad" en las broncas y recriminaciones que se lleva todo el mundo ante la prepotencia del Estado).
En fin: yo lo sobrellevé mejor que los demás, pues ya venía advertido, y cosí mis labios ante el cariñoso rapapolvo que la machorra estatal me asestaba con toda la delicadeza zapateril.
Pero ahí pude contemplar, en todo su esplendor, a la magnífica marimacho española, la machorra sin fronteras, el virago eterno de nuestras tierras.
Aunque no se lo puedan creer, las machotas hispánicas son especímenes harto abundantes en esta tierra y responden, por lo general, a un mismo patrón físico: suelen ser altas, gordoides, más feas que [estro]Picio y con un vozarrón más contundente que el Trololo.
Suelen acompañarse de maridillo mucho más bajo que ellas, acomplejadito el pobre, y todo un señor bragazas -o calzonazos, si lo prefieren.
Lo sé perfectamente porque entre mi vecindario y conocidos he llegado a padecer de ejemplares similares (por no decir idénticos o clonados).
En fin... si no son españoles, pásense alguna vez por esta tierra de Nunca Jamás para observar esta extraña y asombrosa fauna machorril, prácticamente extinguida en todas las partes del mundo, pero, aquí, abundante como las gotas en los océanos.
Véase también: El chuloputas
No hay comentarios:
Publicar un comentario