Hace un par de días nos despertamos con la noticia de que el Consejo Constitucional francés había rechazado el recurso a favor del matrimonio homosexual, considerándolo, pues, al margen de la Constitución gala.
Poca gente en España se ha enterado del asunto... ¿alguno de ustedes había oído esta noticia...? Algunos sí, pero pocos, y la mayoría la están conociendo a través de mí...
¿Sucederá lo mismo en España...? ¿Rechazará nuestro trabajador Tribunal Constitucional el recurso interpuesto contra dicho "matrimonio"? Permítanme apostar todo el dinero que llevo en la cartera -que, por otra parte, no es mucho- a que no.
Nuestra justicia constitucional, sumisa por ley al Gobierno de turno, seguramente dirá que sí, que es plenamente constitucional, natural y lógico, vamos: que lo que digan unos señores franceses que inventaron el moderno Estado e inauguraron la Edad Contemporánea se la trae al fresco.
El artículo 32 de nuestra Constitución reza lo siguiente:
1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.
2. La Ley regulará las formas de matrimonio [...]
Nuestra mínima Carta Magna dice, pues, que tanto hombres y mujeres tienen derecho a casarse... pero no indica "entre ellos". Ésa es la letra de la ley, aunque el espíritu sea muy diferente. Tal y como está redactada, podría haberse sustituido el sintagma "El hombre y la mujer" por "Las personas"... y todo hubiera quedado igual...
Pra más inri, en el párrafo 2, se nos habla de las futuras "formas de matrimonio", dejando entrever cualquier posibilidad.
Señoras y señores: no se entusiasmen con la sentencia francesa. Aquí carecemos del sentido común galo. Nuestra Constitución permite todas las combinaciones que ustedes quieran, porque -además- no se indica que el matrimonio deba ser entre un hombre y una mujer. Las posibilades son múltiples: un hombre con varias mujeres -o varios hombres-, una mujer con varios hombres -o mujeres-, grupos casándose entre sí... y... hasta matrimonio con objetos... o lo que ustedes quieran...
Porque la ley sólo dicen que se podrán casar... pero ni dice el número ni con quién o qué se podrán casar...
Nuestro vergonzoso sistema judicial -nunca separado del poder ejecutivo-, cuando lo necesita, interpreta la ley según su espíritu y, cuando le conviene justo lo contrario, acude a su letra.
Tiempo al tiempo.
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