Y mientras, tanto el Gobierno como todos los españoles, callados como putas, demostrando una vez más lo indignos que somos ante tamañas humillaciones.
Yo, la verdad, es que a esa farsa de país llamado Bélgica, en el que la mitad de la ciudadanía odia racistamente a la otra mitad, esa cagarruta al Norte de Europa, ese país de mejilloneros y alcoholizados cerveceros sólo lo recuerdo por el caso de aquel secuestrador, torturador y asesino de niñas que conmocionó a la opinión pública: la única "aportación" real al mundo [de la ignominia] de ese ridículo Estado de pandereta.
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