Ayer se pudo ver bien claro el desprecio del Psoe hacia todo lo que represente el pueblo español. Sus machangos, esa secta de imbéciles adoctrinadores, se negaron a participar en el homenaje a los héroes de España y por España. Sienten alergia a cuanto de bueno tenga nuestra historia, sientes repulsa a cuanto de heroicidad, honor o valentía venga significado en actos como el de ayer.
El PP no es de mi agrado, los considero unos más del sistema, lacayos del bipartidismo. Pero ayer, al igual que el 11-M, no hablábamos de partidos ni de leches caducadas. Hablábamos del valor de un pueblo con navajas frente a fusiles. De unos desarrapados frente al mejor ejército de la época, de unas madres armadas con tijeras defendiendo a sus hijos; de unos ancianos que a bastonazos desmontaban a los coraceros; de unos padres que se echaban al monte para guerrear en los campos contra tropas bien alimentadas y armadas. Hablamos de España, de los españoles, de ese espíritu innato a nosotros que nos impide consentir que nos pisoteen. Y el Psoe no estaba porque no cree en España, porque no cree en el pueblo y en su valor.
O tal vez no estaba simplemente porque ellos son los Godoys y los afrancesados que oprimen al pueblo y se ven en las mismas situaciones que los traidores de aquél entonces.
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