La estrategia marroquí de Artur Mas

Año 1975. Mientras Franco agonizaba, el, por entonces, príncipe don Juan Carlos asumía las funciones de Jefe de Estado, en los últimos estertores de una España que, con el antiguo dictador, moriría para siempre...

En ese momento, el rey de Marruecos, Hassan II, decide emprender la invasión de la provincia española del Sáhara, enviando una columna de miles de marroquíes, desarmados, que blandían tan sólo ejemplares de El Corán como única arma ofensiva contra el ejército español.

Las Cortes franquistas, con la aquiescencia de la nueva Jefatura del Estado -en el mayor acto de cobardía que recuerdan los anales de la Historia Universal-, deciden que nuestros contingentes militares abandonen a su suerte, ante la desarmada columna procedente del Norte, a los miles de españoles saharauis que, hasta hoy, siguen padeciendo sobre su libertad, el filo del alfanje dictatorial marroquí...

Año 2012. En los estertores de la monarquía que inició su triste deambular con el abandono imperdonable del Sáhara español, salpicada ésta por abundantes escándalos (cacerías dispendiosas en tiempos de pobreza, presunta corrupción del yerno real, ningún llamamiento a la comparecencia judicial de la mujer de éste, la infanta doña Cristina, cotitular de las empresas investigadas...), uno de los líderes separatistas de la dividida España constitucional decide emprender una estrategia similar a la de la monarquía alauí:

Ante una España débil, enferma de una sucesión de Gobiernos incapaces de sacarla de una profundísima crisis y con una Monarquía aparentemente más preocupada por promocionar su página Web que por defender la unidad de España con contundentes declaraciones institucionales, el nuevo independentismo se ha envalentonado y ha emprendido una nueva Marcha Cuatribarrada sobre la dignidad de España...

¿Verá España una nueva huida de sus territorios y un nuevo abandono de sus compatriotas a manos de neodéspotas del siglo XXI...?

No os extrañe que nuestros ojos vean esto y más... Porque la cobardía es un sello indeleble para el que lo pasea e inolvidable para el que lo contempla.