Siento discrepar
totalmente con mi compañero Doramas de
Red Hispania por su entrada en la que reclama que
Gran Canaria sea comunidad autónoma.
Éramos pocos y parió la abuela...
Ya no nos bastan 17 autonomías y dos ciudades "autónomas", sino que ahora nos vamos a poner a subdividir los reinos de taifas preexistentes.
Recuerdo los dos aciagos años en que tuve la desgracia de trasladarme de Madrid a León capital (sí, León, la pequeña patria postiza de Zapatero I el Inútil). Una de las primeras cosas que vi nada más llegar fue una pancarta en plena plaza de Santo Domingo (que es la plaza central de dicha ciudad), colocada, hacia la segunda mitad de los ochenta, por el ayuntamiento marxista (de los hermanos Marx) entonces gobernante en dicha ciudad, en la que se pedía autonomía para León y desvinculación total de la Comunidad Autónoma de Castilla y León.
No contentos con eso, un grupo de leoneses, los bercianos, también reclamaban la secesión de El Bierzo de la provincia de León, pues ellos no se consideraban leoneses (¡por Dios, qué insulto!).
La típica muestra del paletismo más cerril, del aldeanismo precoz, de la bobería rampante que siempre ha explicado por qué las provincias siempre serán las provincias y Madrid, la capital.
Este veneno separatista que nos ha inoculado a todos la
PUTA-CONSTITUCIÓN-DE-1978 se ha introducido en la mayor parte de los españoles hasta el tuétano.
Como he dicho en muchas ocasiones, "el español es el único ser que huye de sí mismo".
El español no quiere ser español: quiere ser catalán, quiere ser vasco, berciano, grancanario o
jumillense. Y después querrá ser chamartinense, arrabalense o moralejano (de los barrios de Chamartín, el Arrabal o la Moraleja, respectivamente).
Éste es un proceso
diabólico (diablo < gr.
"diabolos" = 'separación, el que separa'), propiciado por una Constitución cuyo primer objetivo no era traer una democracia a España (ya me diréis qué tiene que ver el
experimento, único en el mundo, de las autonomías con la democracia...), sino volver a instaurar una MONARQUÍA a la que los españoles
ya habíamos expulsado POR DOS VECES en nuestra historia. (¿Habrá una tercera?... espero que lo vean mis ojos).
Si los plumíferos votantes que sumisa y periódicamente acudimos a elegir dictaduras de cuatro años no cambiamos la situación... alguien tendrá que hacerlo.
Y estos ojos sí lo verán.
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