Recientemente, en España, ha vuelto a saltar la liebre de una nueva polémica con la Casa Real.
El 19 de julio de 2008 se celebrará el 200 aniversario de la batalla de Bailén, es decir, de la primera derrota de Napoleón en Europa, por parte del ejército español, y, como es natural, el Ayuntamiento de Bailén invitó con mucha antelación a SSMM los Reyes para que presidieran los actos de conmemoración de tan histórico acontecimiento.
Pues bien, nuestro monarca no ha considerado digna de su presencia tal celebración, porque, precisamente, comenzaban sus vacaciones estivales dicho 19 de julio, con el traslado de toda la Familia Real al mallorquín Palacio de Marivent.
Claro: es natural. El Rey y su familia necesitan con urgencia descansar después de partirse el lomo con un trabajo tan agotador como el que tiene: con tantas comidas de gala, cenas de boato, discursos preescritos por mano ajena y viajes a todo lo ancho y largo del mundo. Es ciertamente, un trabajo insufrible. Y muy mal pagado: unos 1.500 millones de pesetas anuales para la Casa de Su Majestad el Rey.
Se ve que en el Convenio Laboral de Familias Reales no figura que tengan que variar el día de inicio de sus vacaciones estivales por ningún acontecimiento, aunque sea una magna conmemoración histórica.
Lo importante es que descanse del previo descanso que ha tenido a lo largo de todo el año.
Y es que, como se sabe, lo que más cansa en el mundo es el no hacer nada.
Es curioso que, gracias a la batalla de Bailén, su antepasado, el apuestísimo, inteligentísimo y tolerante Fernando VII el Deseado, accediera al trono y, gracias, a este hecho, SM esté disfrutando de las prebendas de una absurda monarquía del siglo XXI.
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