La imagen vuelve a adquirir actualidad en estos días por el acomplejado tejemaneje catalanista que intenta prohibir las corridas de toros en Cataluña, convirtiendo en ilegal, en su acomplejado terruño, una actividad completamente legal en TODA España, Hispanoamérica y una parte de Francia.
Todavía nadie me ha podido demostrar que esa medida que pretenden tomar los catalanes pueda ser legal. Pero bueno, de eso ya hemos hablado en su momento.
Retomando el tema inicial, ahora me hace gracia, lo "ofendiditos" que se sienten muchos catalanes por la susodicha imagen, cuando, ellos mismos se dedican -los unos- a quemar banderas de España o retratos del Rey, y -los otros, los no nacionalistas- a hacer la vista gorda cobardamente, no enfrentándose a aquellos que continuamente insultan a su madre, que es, en definitiva, lo que machistamente se denomina Patria.
Me hacen mucha gracia estos "patriotas españoles" catalanes o vascos, que se consideran de derechas, o no nacionalistas, pero que, cuando llega la hora de defender a su bandera de la ignominia, se arrugan como viejecitas timoratas o se callan como meretrices.
Me hacen mucha gracia estos "patriotas españoles" catalanes o vascos que, sabiendo qué vecinos suyos son unos presuntos terroristas o kaleborrokeros o miembros de algunas inmundicias semejantes, se callan, proclamando con su grito sordo, no el silencio de los corderos, sino el silencio de los cobardes.
Nunca tanto hipócrita se fundió con tanto cobarde.
Véase también: ¿Es legal la prohibición de las corridas de toros en Cataluña?
1 comentario:
Como catalán de segunda generación y habitante de este lugár, creo que tengo álguna cosa a decír en esta polémica.
Empiezo a estár muy aburrido de los dós bandos en esta lucha idiota y banál.
Por un lado, la minoria chirriante que aquí se declara anti-española y cuyo objetivo es conseguír la secesión del "Estado Español", esta figura linguistica que han creado para evitár el uso de la palabra "España", que parece sér que les provoca alergia al pronunciarla. Son una minoria, y estos ensayos de referendos independentistas que estos dias se han celebrado en algunos ayuntamientos sin demasiado rigór en el contról de participación nos dan la medida de sú numero. Como también dió en sú momento la participación en el referendum sobre el nuevo estatuto, solo un 30% aproximadamente del censo reál le dió sú aprobación, aún en cuanto aquí casi nadie conocia las posibles ventajas que aportaba con respecto al anteriór. Poca pedagogia usaron los partidos politicos involucrados en explicarnos a los gobernados las mejoras que la nueva ley aportaria a nuestras vidas cotidianas.
Son ruidosos, pero son pocos, y liderados por un movimiento politico preocupado mas en el fondo por conservár sús poltronas que por conseguír una independencia que saben utópica e irrealizable, pero que es una causa cuya defensa les proporciona una nómina apetitosa y unas cuantas prebendas, por no hablar del cultivo al ego, apareciendo cada dós por trés en los medios de comunicación.
Y por el otro lado, una derecha trasnochada, que necesita profundamente una renovación ideologica y un perfíl mas moderno y europeo, que utiliza los supuestos separatismos de vascos, catalanes, gallegos y cantonalistas cartageneros para ganár votos en el sectór más cerríl del electorado, fomentando la falsa imagen de luchas lingüisticas inexistentes aquí, el supuesto peligro de extinción del castellano, el supuesto peligro de rotura de la unidad nacionál, y achacarnos a los catalanes el orígen de todos los males que azotan el país. El dia menos pensado álguien en un mitin del PP castellano dirá que la serpiente del paraiso era catalana.
Somos una mayoria a la que los planteamientos de esos dós extremos ya no nos ofenden siquiera, nos causan un aburrimiento mortál hasta la naúsea, y lamentamos el tiempo perdido en estos asuntos, mientras que los problemas reales que sufrimos son otros muy diferentes.
Y somos tan catalanes como el que más.
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