Paseando ayer cerca del Monumento a la Serpiente que el alcalde de Madrid ha erigido en la popular Plaza de Castilla, me percaté de que, aparte del imponente monumento al ofidio que, disimuladamente, encubre ese supuesto "obelisco" masónico-illuminati, el susodicho monumento mostraba otra serie de símbolos muy en boga en los últimos días:
La base del engendro erigido estaba plagada de pequeñas "pirámides" alineadas en forma "espiral".
Es bien conocida la simbología de la pirámide entre todos aquellos adeptos illuminati que desean implantar un Nuevo Orden Mundial, basado en la total descristianización del mundo, el progresivo empobrecimiento de la humanidad, la extensión del liberarismo esclavista despiadado y el atenazante recorte de las libertades mediante el control electrónico-informático de la población.
Lo más curioso es que el monumento ha sido inaugurado precisamente en estos días en que se han observado diversos fenómenos extraños por todo el mundo, como las espirales de Noruega y Tailandia y la pirámide volante sobre el Kremlin, sean éstos hologramas proyectados en el cielo -como algunos pretenden- o fenómenos reales.
El monumento ha sido inaugurado por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, al que muchos vinculan con el movimiento masónico-illuminati, por otras aportaciones a su simbología, como su despacho pentagonal (pentacular, para ser exactos), las luces de Navidad no cristianas con las que ha sembrado la ciudad, el árbol navideño con forma de pirámide negra y pentáculos invertidos que -precisamente- también se erige en la Plaza de Castilla, su presunta sumisión al Nuevo Orden Mundial con la celebración por él mismo de matrimonios gays -en contra de la ideología de su propio partido- y con su sempiterna vestimenta oscura; y por el rey de España, Juan Carlos de Borbón, al que muchos vinculan indirectamente con el mismo grupo illuminati a través de su esposa, la reina Sofía, miembro siempre presente en todas las reuniones anuales del Club Bildelberg, organización que no es más que una de las cabezas de la hidra iluminada.
Un inquietante despropósito más para la única ciudad del mundo con un monumento dedicado al Ángel Caído, situado, además, a 666 metros sobre el nivel del mar.
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